Somos Goliardos. Nos gustan los vinos, la poesía y la virtud.
Nacemos en la Edad Media en varias universidades europeas, pero pasábamos más tiempo vagabundeando de taberna en taberna por Europa que en clase.
Vivíamos de las limosnas de los ricos escribiendo poesía – erudita dicen unos, labriega dicen otros – haciendo elogio del amor libre y del desenfreno, desafiábamos el orden social, con vino y por el placer del vino.
Ya ni sabemos por qué nos llamamos Goliardos: quizás porque nos encantaba Goliath – el malo de la Biblia – o quizás porque éramos Gulosus (GOLOSOS en latín), o quizás porque nos gustaba marcar TRAGOS de buena vida y beber GOLES de mala vida.
Los tiempos cambian, pero no cambian las voluntades. Ahora viajamos de bodega en bodega, con el avance de ir en coche y no en mula como antes, (aunque continuamos cargando a las espaldas como la mula), conociendo viñas y vinos de diferentes lugares para descubrir productores con alma, que dirigen orquestas de aromas y sabores, con la simplicidad de la tierra.
Alrededor de una mesa, girando una copa de vino, damos tiempo al tiempo, damos tiempo al vino para que se exprese, a su ritmo, sin la presión del público, para una aparición estelar en el festín del trago final!!
Y mientras celebramos el encuentro con un vino feliz por finalmente salir de su encierro en la botella para su gran y única actuación, decimos barbaridades ebrias de sueños reales de un mundo cálido, donde los hombres viven con placer, ríen sin contenerse, despiertan sin pasotismo, expresando la inteligencia con sensibilidad, inventando cada vino, con cariño.
En esta fiesta goliárdica, donde la puerta está abierta a toda la gente abierta, descubrimos lo nuevo y lo diferente, sin prejuicios, intercambiando vinos con virtud – viejos, nuevos, tradicionales, irreverentes, del Sur, del Norte, de moda o pasados de moda, de aquí y de allí – poco importa, pero con virtud. Levemente embriagados (ya pesados), brindamos con vinos diferentes, entre diferentes amigos, viejos amigos, futuros amigos.
Nos gustan los vinos, la poesía y la virtud.
Somos Goliardos. Y es Goliardo quien quiera.